martes, 5 de enero de 2010

Y pus nos las llevamos

Era el día que nos íbamos de vacaciones a Chilpancingo con toda la familia. Como antes de salir a la escuela, todos mis amigos me dijeron que yo era un debilucho, decidí ponerme a hacer ejercicio. Gasté todos mis ahorros en comprarme unas pesas, y como ya nos íbamos a Guerrero decidí llevármelas al viaje.
Al principio mi mamá dijo que no cabían en la combi, pero la convencí de que sí iban a caber.
Puse las pesas en la banqueta de afuera de mi casa, mi maleta en la sala. Me acordé de que no había metido mi cepillo de dientes a la maleta, así que cerré la puerta y subí corriendo a mi cuarto por él. Mis hermanos ya habían hecho la maleta pero se estaban despidiendo de sus novias por teléfono y mis papás estaban empacando la comida para el camino, pero yo quería estar listo con mis cosas ya metidas en la combi antes que todos.
Iba subiendo las escaleras para llegar a mi cuarto, cuando oí un motor que se oía viejito estacionarse muy cerca de mi casa. Luego oí a un señor hablar con una mujer. Al principio no le tomé importancia, después empezaron a reír, y me dio curiosidad, entonces me asomé desde la ventana de mi cuarto que da a la calle.
Estaba un bochito negro estacionado en frente de donde dejé mis pesas. Había un señor en pants como de 40 años, que iba con una joven como de 33 años y una niña que parecía de seis o siete años.
Los tres miraban mis pesas y decían cosas, se volteaban a ver; el señor volteó a ver a la calle para ver si aparecía el dueño de las pesas, pero nadie aparecía. Yo sólo los miraba desde mi ventana. El señor abrió la puerta del coche, le dijo a la niña: Métete al hoyo,chime. La niña se metió apresurada e hizo algunas maniobras para llegar a la cajuela del bocho, mientras el hombre tomaba mis pesas y las metía al asiento trasero del coche. En cuanto vi que tomó mis pesas, corrí a las escaleras, bajé lo mas rápido que pude, pero cuando llegué a la puerta lo único que pude ver, fue un bochito negro alejándose. Lo único que pude hacer después fue echarme a llorar.

- Luis






Era un sábado casi como cualquier otro. Estábamos paseando por Coyoacán mi papá, Ale y yo. No recuerdo a donde íbamos, creo que a la casa.
íbamos en el bocho y mi papá dijo: -Miren, unas pesas. No hay nadie aquí, estas pesas son buenísimas y me sirven perfecto para los ejercicios que estoy haciendo ahorita. No hay nadie ¿y si nos las llevamos?-
Ale y yo pusimos cara de.. órale, qué loco y nos reímos.
Esperamos como un minuto o más a ver si alguien las reclamaba, pero nadie apareció. Mi papá me dijo que me subiera al hoyo, que me encantaba. Subió las pesas en el asiento donde yo iba y pus nos las llevamos. No había nadie por ahí que nos dijera nada, es como cuando te encuentras veinte pesos en la calle, pues los agarras ¿no?
Bueno, eso fue hace muucho tiempo,así que no me acuerdo a la perfección pero mi papá sigue teniendo esas pesas. El bochito negro no, por desgracia.


- Ximena



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